viernes, 29 de abril de 2016

SANTA CATALINA DE SIENA

FELIZ DÍA A TODA LA FAMILIA


Algunas palabras suyas para meditar en este día

No cesa de orar quien no cesa de bien obrar... El afecto de la caridad equivale a una oración continua. 

¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!

"La verdadera perfección consiste en esto: hacer siempre la santísima voluntad de Dios."

Quien posee el amor de Dios, encuentra en ello tanta alegría que cualquier amargura se transforma en dulzura, y todo gran peso se vuelve ligero.

Dios es amor; el que está en el amor habita en Dios y Dios habita en él.

Viviendo en Dios, por tanto, no se puede tener amargura alguna, porque ¡Dios es delicia, dulzura y alegrías infinitas!

¡Es esta la razón por la que los amigos de Dios son siempre felices! Aun enfermos, indigentes, afligidos, atribulados, perseguidos, nosotros estamos alegres.

Abraza a Jesús crucificado, amante y amado, y en él encontrarás la vida verdadera, porque es Dios que se ha hecho hombre. ¡Ardan tu corazón y tu alma por el fuego de amor obtenido de Jesús clavado en la cruz!.

Debes, entonces, transformarte en amor, mirando al amor de Dios, que tanto te ha amado, no porque tuviera ninguna obligación, sino por pura donación, empujado sólo por su inefable amor.

"Es el deber de todos para construir el resto con una buena vida, santo y honesto."
"Debemos apoyar todo, porque el sufrimiento es pequeño y la recompensa es grande"
"Por el amor que Dios ha creado, sin amor no se puede vivir"
"El amor a Dios y al prójimo son uno".
"La amistad, cuya fuente es Dios, no termina nunca."
"Los jóvenes, si usted es lo que Dios quiere colocareis el mundo en el fuego."
"Usted es el amor, solo digno de ser amado!"
"La providencia divina antes de que salgan al hombre en absoluto, bajo la condición de que él aceptó."
"La persona que sufre de acciones sobre el dolor de los otros que los que sufren cualquier cosa."
"La amistad cuya fuente es Dios nunca se agota."
"Fue en la despensa de la jerarquía eclesiástica que me quedé con el Cuerpo y la Sangre de Mi Hijo."
"Fue dentro de la Iglesia jerárquica, que el Señor ha puesto su más preciado tesoro."
"Para el amor, el hombre se convierte en otro Cristo. Es el amor que el hombre se une con Dios "
"La Eucaristía es el medio más adecuado para la unión del hombre con Dios y un mayor conocimiento de la verdad"
"Los males de esta vida no son castigos, pero se soluciona el niño que ofende"
"La manera de alcanzar el verdadero conocimiento y la experiencia de Dios es ésta: nunca deje el auto-conocimiento"
"Al optar por Mi amor, el hombre es también la opción que sufrir por mi causa, cualquiera que sea el modo de dolor"
"Es en la adversidad que demuestra tener la paciencia y el amor"
"El amor por mí y al prójimo son uno"
"La humildad nace de auto-conocimiento"
"El orgullo es la raíz de todos los vicios"
"El diablo es débil y nada más allá de lo que lo puedo permitir"
"En esta vida nadie vive sin la cruz"
"Un deseo de progresar es necesario que la sed vosotros"
"Considero hecho a mí lo que hace a los hombres"
"Nada más desear a su santificación"
"Nadie debería querer satisfacciones y visiones espirituales, sólo se aspire a la virtud"
"Recompensar a aquellos que trabajan para mi gloria. Estoy feliz y hacer feliz, que cumple mi voluntad "
"Todo el mal es la ausencia de amor"
"Cuando se quiere dar a un hombre un gran tesoro, que asocio el peso de muchas dificultades"
"Quiero que seas santo. Pase lo que pase usted tiene este propósito "
"Tengan la seguridad de que cuando muera, la única causa de mi muerte será mi amor a la Iglesia."
"Padre mío, si hubiera visto la belleza de un alma en gracia, estaba listo para morir mil muertes por uno!"
"Dios no le dio todas las cualidades y no dejar a nadie sin ninguna calidad. Por lo que necesitamos unos a otros ".
Ordenad y regulad dulcemente vuestra vida, sin demora, pues el tiempo no espera por vosotros. 

Debemos amar aunque no tuviéramos provecho alguno. Aunque nos perjudicara el amor, a pesar de todo debemos amar. Eso hizo Él, que nos amó sin ser amado por nosotros, no por utilidad, ni por perjuicio que le pudiera venir por no amar. 

Es humano el pecar, pero la perseverancia en el pecado es cosa del demonio. 

Aunque te lleguen las tentaciones, no dejes la oración ni te turbes, porque ninguna tentación es pecado sino en cuanto la voluntad la consiente. 

¡Oh, misericordia! El corazón se sofoca pensando en ti, pues dondequiera que intente fijar mi pensamiento no encuentro más que misericordia. 

No queráis elegir ni el tiempo ni el lugar a vuestro modo, sino estad contento con el que Dios os ha proporcionado. 

Dios no exige más de lo que podemos hacer. 

Si el corazón se desprende del mundo, se llenará de Dios y si se desprende de Dios, se llenará del mundo. 

La humildad es la virtud pequeña que engrandece ante la presencia de Dios.


Compartido por un fraile amigo

DOMINICAS

El pasado fin de semana, del 22 al 24 de abril, nuestras hermanas dominicas de Argentina, se han reunido en CAPÍTULO EXTRAORDINARIO.



Aquí puedes ver una síntesis de lo que ellas han vivido.



jueves, 7 de abril de 2016

Recordando...

                                                                                                                 Rosario, 10 de julio, 2013

Queridos hermanos, queridas hermanas, 
 
Va para ustedes un profundo agradecimiento  a todos y todas que tuvieron que ver con la preparación y desarrollo del encuentro nacional en San Antonio de Arredondo. Me han llegado tantas palabras de aprecio y felicitación de parte de participantes de varios lugares: gozaron de las reflexiones, los momentos de oración comunitaria y la liturgia, el clima de amistad y alegría, y por qué no, del baile y del canto en el fogón!
 
Para algunos fue su primera experiencia de contacto con la multitud de hermanos y hermanas vinculados con la familia Dominicana, y han vuelto a sus casas con deseos de vivir mas profundamente esta espiritualidad que han bebido durante años.
 
Rezo para que Dios les recompense abundantemente sus esfuerzos en bien de los demás miembros de la Familia OP.
 
Fray Manuel, te pido hacer llegar este mensaje a todos los integrantes del equipo organizador.
 
Un abrazo en Santo Domingo,
Hna Verónica Rafferty
Presidenta Consejo Nacional

miércoles, 6 de abril de 2016

VIII ENCUENTRO NACIONAL DE FAMILIA





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viernes, 31 de mayo de 2013

domingo, 20 de enero de 2013

Carta


Mendoza, 8 de mayo de 2013

Estimados miembros

de la Familia Dominicana:

                        Con profunda alegría nos unimos a ustedes en la acción de gracias y en la plegaria por este Encuentro que preside nuestro Padre Provincial, Fr. Pablo Carlos Sicouly.

                        Han llegado desde distintos puntos del país, como en un nuevo Pentecostés, convocados por el Amor de Jesucristo, por su Espíritu de Vida.

                        Durante estos días, 25 y 26 de mayo, tendrán la oportunidad de rezar juntos, de reflexionar y de renovarse en el compromiso misionero al estilo de Santo Domingo de Guzmán. Él llevó a Cristo a las almas, sedientas de Verdad, de Bien, de Belleza. ¿Y quién sino sólo JESÚS puede saciar esta sed que todos experimentamos con fuerza?

                        Por eso deseamos que bajo la protección y la guía de Nuestro Padre Domingo y de todos los Santos de nuestra Familia Dominicana, cada uno de ustedes reciba gracias abundantes para testimoniar y predicar la Buena Noticia, el Evangelio.

                        Tal como nos dice nuestro Papa Francisco: “Tengamos el valor de caminar en presencia del Señor, con su cruz; de edificar la Iglesia sobre la Sangre del Señor, derramada en la Cruz; y de confesar la única gloria: Cristo Crucificado”.

                        Unidos en cada Eucaristía y en María Santísima, sus hermanas, las Monjas de la Comunidad de Mendoza

sábado, 5 de enero de 2013

Mensaje del Maestro de la Orden de Predicadores

Mensaje del Maestro de la Orden:
María: contemplación y predicación de la Palabra.
« Hágase en mí según tu palabra » (Lc 1, 38)


« ¡He visto maravillas! ». Esta exclamación del Beato Juan José Lataste, tras su primera experiencia de predicación a las reclusas de la prisión de Cadillac, podría servirnos como introducción a este nuevo año de preparación para el Jubileo de la Orden. El tema de este año es: « Hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38) ». María: contemplación y predicación de la Palabra.

¿Cómo puede guiarnos esta exclamación del Apóstol de las prisiones durante este año de nuestra novena? Recordemos que el padre Lataste acababa de predicar en un lugar marcado por el abandono, que había hablado a mujeres deshechas por la vida y por las graves acciones por las que fueron declaradas culpables, cansadas de las condiciones difíciles de la prisión y agobiadas ante un futuro incierto. Y a pesar de todo esto, tras haber predicado la Palabra de la Luz y de la Verdad en aquel lugar abandonado, el Padre Lataste había visto maravillas. Había contemplado la obra de la Palabra que predicaba, la obra realizada por la misericordia de Aquel que « nos ha amado con su amistad, con una amistad perfecta ». Para él fue maravilloso descubrir con cuánta fuerza estas mujeres, apartadas de la sociedad de los hombres, recibían la Palabra de misericordia y experimentaban lo que significaba ser recreadas a imagen de la humanidad de Cristo. ¡Contemplación!
Este episodio muestra que la contemplación y la predicación de la Palabra constituyen como el corazón de la vida y de la misión de la Orden de Predicadores.  No se trata de oponer una cosa a la otra, como si los frailes o las hermanas tuvieran que estar buscando continuamente un equilibrio difícil entre el ministerio activo de la predicación y el retiro en el silencio de la contemplación. Podemos recordar el comentario iluminador que hace el Maestro Eckhart al evangelio de Marta y María. Al ser por una parte contemplación y, por otra, predicación de la Palabra, el ministerio de los Predicadores impulsa a seguir el ejemplo de María, cuando ante el anuncio del ángel, acepta dar a Jesús « el Señor salva » (Mt 1, 21) al mundo. Después de haber narrado el episodio de Jesús en el templo en medio de los doctores, el evangelista san Lucas dice que « su madre guardaba todas estas cosas en el corazón » (Lc 2, 51). Acogiendo la Palabra de misericordia y de vida, María indica el camino para una « humanidad contemplativa ».
Me valgo de las palabras del Arzobispo de Cantorbery en su alocución durante el Sínodo de los Obispos, el 9 de octubre de 2012, en la que mostró cómo la contemplación está en el corazón mismo de la evangelización: « La evangelización, primitiva o nueva, debe estar enraizada en la profunda confianza de que poseemos un destino humano inconfundible para mostrar y compartir con el mundo ». Y más adelante: « Ser completamente humano es ser recreado a la imagen de la humanidad de Cristo; y esta humanidad es la perfecta ‘traducción’ humana de la relación entre el Hijo eterno y el Padre eterno, una relación de amor y adorada entrega, un desbordamiento de vida hacia el Otro. Así, la humanidad en la que nos transformamos en el Espíritu, la humanidad que queremos compartir con el mundo como fruto de la labor redentora de Cristo, es una humanidad contemplativa. Edith Stein observó que empezamos a entender la teología cuando vemos a Dios como el “Primer Teólogo”, el primero que habla acerca de la realidad de la vida divina, porque ‘todas las palabras sobre Dios presuponen la propia palabra de Dios’. De forma análoga, podríamos decir que empezamos a comprender la contemplación cuando vemos a Dios como el primer contemplativo, el paradigma eterno de la desinteresada atención al otro que no trae la muerte, sino la vida a nuestro yo. Toda contemplación de Dios presupone el propio conocimiento gozoso y absorto en sí mismo de Dios, mirándose fijamente en la vida trinitaria ».

En esta etapa de preparación para el Jubileo de la Orden estamos invitados a centrar nuestra atención en la contemplación. Siguiendo el ejemplo de María, que meditaba en su corazón el misterio de su Hijo, y que conduce hacia al corazón mismo de nuestra consagración a la Palabra, « luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo » (Jn 1, 9). Nos conduce allí donde se pregunta por humanidad, unidad y salvación. Por humanidad, porque más allá de todo nuestro esfuerzo en las prácticas contemplativas, éstas son en realidad el camino por el cual queremos exponer nuestra propia humanidad para que sea tomada y, por medio de la gracia de Dios, transformada por el misterio insondable de la revelación del Hijo de Dios en la humanidad. ¡Y cómo quisiéramos que esto se tradujera, cada día más, en la realidad concreta de nuestras relaciones fraternas y en nuestra mirada hacia los demás y hacia el mundo! De unidad, porque la contemplación no se define solamente por un espacio y un tiempo “reservados”, sino que invita a asumir con todo nuestro ser y con todo nuestro tiempo ese cara-a-cara (« aquel que mire hacia Él, resplandecerá ») por el cual nos exponemos a la mirada silenciosa de Dios que nos enseña el amor, la justicia, la humildad y el arrepentimiento, la acción de gracias y la esperanza. ¿Esto no implica un corazón unificado que pueda protegernos de la agitación y de la dispersión, que con tanta frecuencia amenazan nuestros compromisos evangelizadores?  De salvación, cuando, llevados por la presencia inaprensible de Dios que viene y que perdona, como sucedió al hijo pródigo del Evangelio, no tenemos palabras para pedirle que nos dé nuevamente la vida. ¿Cómo no traer a la memoria aquel primer día en que, al consagrar nuestra vida a la predicación, pedíamos la gracia de la misericordia?
Contemplari et contemplata aliis tradere… Todos sabemos que este lema de la Orden no describe dos etapas sucesivas en el ministerio de la evangelización. No llegamos a la contemplación como quien va al mercado a comprar lo que después distribuirá. Es verdad que nuestro lema recuerda que no habría predicación sin contemplación. Pero también afirma que la evangelización procede de la contemplación, porque esta última es de algún modo la invitación (el don) más precioso que puede ofrecer la evangelización a la humanidad. La contemplación abre, con la humanidad y para la humanidad, el camino del anhelo de la Verdad. Este anhelo es el eco en nosotros del anhelo de Aquel que viene a amarnos como amigo, que viene a proponerle a la humanidad una alianza de amistad: esta alianza que « está en juego » en cada uno de nosotros por el compromiso de Su Palabra en la nuestra, o más bien, cuando nuestra palabra se abre a la escucha de la Suya: « ¡Hágase en mí, según tu Palabra! ».  Estas sencillas palabras muestran cómo la vida de cada uno puede fundamentarse en la confianza  absoluta en la Palabra de Dios, que promete y realiza la alianza de amistad, y en la espera incansable que escruta, dentro de esta misma alianza, el misterio de amistad en Dios que es su última Verdad.


Dios habla al mundo y, para descubrir esta realidad inusitada, la contemplación nos ayuda a recibir su presencia silenciosa. Una presencia que abre nuestro corazón a la escucha de la Palabra que Dios dirige al mundo y a cada uno en particular. Es posible describir los “medios” para entrar en esta actitud contemplativa. Y, más aún, es importante prestarle atención a los caminos que la tradición de la Orden nos ofrece. En todos estos caminos, la Palabra de Dios tiene un lugar central: su escucha, su celebración, su meditación y su estudio.  La Palabra de Dios es central dentro de la escucha que hace posible una vida fraterna. Con frecuencia corremos el riesgo de reducir la vida entre los frailes o entre las hermanas a aspectos concretos y prácticos, muchas veces alegres, pero también cargados a veces de toda la fragilidad de nuestra humanidad. Nuestros hermanos y hermanas nos han sido dados, antes que nada, como portadores de la Palabra, como exégetas de la Palabra que obra en ellos y a través de ellos. La Palabra ocupa un lugar central en la celebración litúrgica, que no es una tarea que debe cumplirse, sino más bien, el ritmo dentro del cual celebramos la Presencia de Dios, con el fin de recibir, por medio de la oración común, nuestra propia capacidad de oración y de contemplación. La Palabra es central en la meditación de la Lectio Divina, a la que podríamos darle una mayor importancia, de modo que la “centralidad” de la Palabra de Dios sea verdaderamente el corazón de toda nuestra vida. Siguiendo el ejemplo de Tomás, la Palabra ocupa un lugar central en nuestro estudio, sabiendo que el esfuerzo de la razón es una de esas ocasiones en que se nos invita a darle la palabra a Aquel que es el “Primer teólogo”. Así la Palabra podrá llevarnos a reconocer a Dios como “el primer contemplativo” y a dejarnos instruir por Él.   

« ¡He visto maravillas!». La experiencia de una visión semejante fue la que condujo un día a Tomás a relativizar toda la ciencia teológica que había formulado. Esto no quiere decir que el trabajo intelectual no sea importante, sino que Tomás quería que desapareciera ante la adoración de Cristo que dirige su mirada hacia la humanidad. Es la misma experiencia del Beato Juan José Lataste cuando veía, maravillado, en los rostros de las reclusas el reflejo de la mirada misericordiosa de Dios hacia ellas. En los dos casos, la mirada contemplativa que se dirige a Dios es una respuesta a Dios, quien ha dirigido primero su mirada hacia la humanidad y hacia cada uno de nosotros: « Él ha mirado la humildad de su sierva ». Esta mirada que expresa el amor inaudito de Dios hacia su creatura, que la lleva a existir, que la sostiene continuamente en su obra creadora, que la anima en el misterio de la Trinidad. En la contemplación es importante la mirada. Purificar la mirada permite que habite en ella la luz misteriosa de la mirada de Dios. Muchas veces la mirada de los contemplativos sorprende por su claridad: al dirigir su mirada interior hacia Dios, ellos y ellas, encuentran la mirada que Dios dirige hacia la humanidad, la mirada que ilumina su propia mirada hacia los astros y hacia el mundo. En tal momento, las palabras humanas callan para que, en el silencio de un suave murmullo, pueda escucharse la Palabra de vida. El silencio es padre de los predicadores…
Dios habla al mundo y se dirige a cada uno en particular. En la Anunciación, María vive profundamente esta experiencia. Elegida entre las mujeres, es como la figura de todo el pueblo, de su espera de Dios y de su convicción de que el Dios de la promesa actúa en la historia humana. María no se muestra sorprendida frente al anuncio de que Dios quiera dar un Salvador a la humanidad, porque esta es su esperanza y la esperanza de su pueblo. No duda que este Salvador vendrá al mundo tomando nuestra humanidad, más bien, parece recibir este anuncio dentro de la lógica de la promesa. La pregunta que se hace se refiere a ella misma y al hecho de que una “pobre jovencita” tenga que ver con su realización. ¿Cómo será posible?  « El Espíritu vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo… ». ¿No es éste el comienzo del tiempo de la contemplación?  Hay un tiempo para dirigirse a Dios, y un tiempo para entrar en el silencio donde Él se dirige a nosotros, o mejor, donde Él despliega el misterio de su presencia. Cuando a una monja le preguntaron: « ¿Qué debo hacer para contemplar? », respondió: « Pidiéndole a la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo que venga a vivir en mí, que se ame en mí y que me nutra con su amor ». La contemplación se da cuando todo nuestro ser queda prendado por el misterio de este amor que actúa en el mundo y viene a habitar en nosotros.  Entonces, la predicación ya no es transcripción en palabras humanas de una verdad alcanzada por el intelecto, sino que quiere ser eco de ese “estar prendado”, a la vez con la inteligencia y  el corazón, de una Presencia que se dirige al mundo dirigiéndose a nosotros, es decir, dándose. De este modo, el propósito primordial de la predicación será invitar a los demás a acoger esta Presencia cuya gracia sobrepasa todas las palabras del predicador.
Fray Bruno Cadoré, OP
Maestro de la Orden de Predicadores